En lo alto del collado, su fortaleza se levantaba con gran esplendor. La fortificación estaba diseñada para soportar el asedio de los enemigos, localizada en un punto estratégico en la cordillera, justamente en el cruce de varias rutas comerciales desde Europa hacia Arabia y la lejana Ceylón. Dos puertos yacían cerca de aquella fortaleza, dándole a la ciudadela la oportunidad de crecer con las riquezas del Oriente y del Occidente: oro, telas de seda y escarlata, lino fino, perlas, diamantes, ágatas y ónices. Perfumes preciados, cargamentos de canela, mirra, vinos, aceites y harina refinada entraban a la ciudadela todo el año. Bronce, hierro, marfil, madera de cedro y mármol de todas partes del Mediterraneo y más allá eran usadas para construir semejante fortaleza amurallada.
Las grandes murallas que circundaban la ciudadela estaban flanqueadas por altas torres - aún desde la distancia, los enemigos temblaban al ver semejante construcción tan imponente.
El ahora Monarca de la Ciudad era grandemente venerado por todos los reyes de la tierra y todos los comerciantes en tierra y mar. A pesar de todo su ostentoso poder, había alcanzado esa posición de magnificencia al arrebatarle la ciudad al verdadero Rey de la misma. La fortificación se levantaba con el propósito de detener el inminente retorno de aquel Rey.
Pero la gloria y el esplendor de la ciudad desaparecieron de repente, en un instante.
Se escuchaban desde los lejos las trompetas de Jerusalén
Las armadas, a una voz, avanzaban cantando
Desde lo lejos se escuchaba su terrible clamor
La ciudad ahora clama a su Monarca
"Se nuestra espada y nuestro escudo"
Las armadas, a una voz, avanzaban cantando
Desde lo lejos se escuchaba su terrible clamor
La ciudad ahora clama a su Monarca
"Se nuestra espada y nuestro escudo"
Pero el verdadero Rey de la ciudad, con su armada, avanzaba contra la gran ciudad amurallada controlada por el Monarca, aquella gran abominación, la cual se negaba a admitir la llegada del verdadero Rey sobre la ciudad.
El Monarca ya se había preparado para el asedio, pero la magnífica ciudad amurallada no se podía comparar con el poder del Verdadero Rey, el cual tocó a la puertas de su fortaleza y anunció, con una gran voz:
Del Señor es la tierra y todo cuanto hay en ella,
el mundo y cuantos lo habitan;
porque él la afirmó sobre los mares,
la estableció sobre los ríos.
Eleven, puertas, sus dinteles;
levántense, puertas antiguas,
que va a entrar el Rey de gloria.
¿Quién es este Rey de la gloria?
El Señor, el fuerte y valiente,
el Señor, el valiente guerrero.
¿Quién es este Rey de gloria?
Es el Señor Todopoderoso;
¡él es el Rey de gloria!
el mundo y cuantos lo habitan;
porque él la afirmó sobre los mares,
la estableció sobre los ríos.
Eleven, puertas, sus dinteles;
levántense, puertas antiguas,
que va a entrar el Rey de gloria.
¿Quién es este Rey de la gloria?
El Señor, el fuerte y valiente,
el Señor, el valiente guerrero.
¿Quién es este Rey de gloria?
Es el Señor Todopoderoso;
¡él es el Rey de gloria!
La ciudad no obedeció, sino que se levantó en combate contra el Rey - pero no pudieron prevalecer. Grande fue el clamor de la gente, que se lamentaba al ver la ciudad en llamas, y toda su riqueza siendo consumida por fuego.
El Monarca fue destronado y enjuiciado - su terrible rebelión fue juzgada. Con gran estruendo caía de su trono - con gran dolor era destronado de la Silla que no le pertenecía. A una voz, el Monarca se lamentaba:
Solía gobernar el mundo
Los mares se levantaban con el poder de mi voz
Ahora vivo en lo más bajo
Fui despojado de mi magnífico trono
Por un segundo tuve en mis manos al mundo
Pero ahora las murallas de fuego se cierran sobre mi
Con gran dolor descubrí que mi fortaleza
Yacía construída sobre arenas movedizas
El viento de justicia abrió las puertas de par en par
Y con sonido de trompeta el juicio comenzaba
Los tesoros, destruídos – las murallas, derribadas
La gente aún no puede creer lo que me ha sucedido
Los mares se levantaban con el poder de mi voz
Ahora vivo en lo más bajo
Fui despojado de mi magnífico trono
Por un segundo tuve en mis manos al mundo
Pero ahora las murallas de fuego se cierran sobre mi
Con gran dolor descubrí que mi fortaleza
Yacía construída sobre arenas movedizas
El viento de justicia abrió las puertas de par en par
Y con sonido de trompeta el juicio comenzaba
Los tesoros, destruídos – las murallas, derribadas
La gente aún no puede creer lo que me ha sucedido
De la ciudad no quedó nada. A lo lejos, los mercantes fenicios y griegos lloraban al ver las columnas de humo que se levantaban de sus ruinas, diciendo
¡Ay! ¡Ay de la gran ciudad,
con cuya opulencia se enriquecieron
todos los dueños de flotas navieras!
¡En una sola hora ha quedado destruida!
con cuya opulencia se enriquecieron
todos los dueños de flotas navieras!
¡En una sola hora ha quedado destruida!
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Historia inspirada por la canción "Viva La Vida" de Coldplay, mezclada con imágenes bíblicas tomadas de 'Salmos' y 'Apocalipsis de San Juán'.
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