Escrito en las postrimerías del 2008, en el amanecer del 2009, mientras la lluvia, como mudo testigo, seguía callendo sobre Townsville.
¿Qué es lo que tiene la lluvia, que cada vez que llueve tengo la imperante necesidad de escuchar algo triste o melódico?
A eso yo le llamo "self-inflicted pain", una forma de masoquismo, en el cual mi mente busca maximizar la sensación de tristeza al combinar la máxima combinación de variables que me hagan sentirme triste y/o melancólico. Pero no hay nada más hermoso que escuchar una canción triste cuando los cielos están oscuros, los truenos no paran de rugir y las calles ya se empiezan a inundar a lo lejos. Es ahí, en esa amalgama de sensaciones placenteras y dolorosas, en donde mi imaginación fluye a borbotones, cuando ideas pasan mi cabeza, con el creciente deseo de escribir una historia, alguna prosa, o una pieza autobiográfica.
A veces, en la lluvia, renace en mí el deseo de aprender a tocar el violín o el piano. Quisiera aprender, para poder deleitarme en los días de lluvia, inundando mi casa con la música que sale de mis manos. En estos últimos días del 2008 me he dado gusto escribiéndo . Se lo debo, en parte, a la lluvia y a las buenas canciones de este mundo, que siempre mantienen los engranajes de mi mente en movimiento.
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Hojas van, hojas vienen
Niños corren en la calle
Llueve afuera, es verano
Y el calendario muere lentamente
Al llegar el doceavo mes
Aquella cuenta tuya, Gregorio
Muere su lenta muerte
Agonizando y en angustia
Otro año para la historia
Otro nuevo que comienza
Mientras el reloj avanza
Rapidamente hacia San Silvestre
Envejecemos contigo, Gregorio
Cada dígito tiene su peso
Aunque el día parece uno cualquiera
Es el último de la vieja cuenta
Ah, Gregorio! Tu tiempo afilado
Sigue su rumbo, y nosotros ilusos
Pensamos que una nueva cuenta
Equivale a una vida nueva
Pero aún Enero prosigue
Sin rechistar, tan natural
Cargando un nuevo número y consigo
Los mil propósitos fallidos de San Silvestre.
Otro calendario, otro necesitamos
Que nos muestre no el fin de doce meses
Sino el fin del hombre viejo
Y el nacimiento del hombre nuevo
Y solo en Cristo Jesús es donde
Podemos encontrar semejante calendario
A fin de cuentas, Gregorio, no erraste
Al poner a Cristo en la mitad de tu cuenta.
Pero el tiempo avanza
El dos-mil-nueve ya amanece
Según el medieval calendario
El que te hizo famoso, Gregorio.
¿Qué es lo que tiene la lluvia, que cada vez que llueve tengo la imperante necesidad de escuchar algo triste o melódico?
A eso yo le llamo "self-inflicted pain", una forma de masoquismo, en el cual mi mente busca maximizar la sensación de tristeza al combinar la máxima combinación de variables que me hagan sentirme triste y/o melancólico. Pero no hay nada más hermoso que escuchar una canción triste cuando los cielos están oscuros, los truenos no paran de rugir y las calles ya se empiezan a inundar a lo lejos. Es ahí, en esa amalgama de sensaciones placenteras y dolorosas, en donde mi imaginación fluye a borbotones, cuando ideas pasan mi cabeza, con el creciente deseo de escribir una historia, alguna prosa, o una pieza autobiográfica.
A veces, en la lluvia, renace en mí el deseo de aprender a tocar el violín o el piano. Quisiera aprender, para poder deleitarme en los días de lluvia, inundando mi casa con la música que sale de mis manos. En estos últimos días del 2008 me he dado gusto escribiéndo . Se lo debo, en parte, a la lluvia y a las buenas canciones de este mundo, que siempre mantienen los engranajes de mi mente en movimiento.
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Hojas van, hojas vienen
Niños corren en la calle
Llueve afuera, es verano
Y el calendario muere lentamente
Al llegar el doceavo mes
Aquella cuenta tuya, Gregorio
Muere su lenta muerte
Agonizando y en angustia
Otro año para la historia
Otro nuevo que comienza
Mientras el reloj avanza
Rapidamente hacia San Silvestre
Envejecemos contigo, Gregorio
Cada dígito tiene su peso
Aunque el día parece uno cualquiera
Es el último de la vieja cuenta
Ah, Gregorio! Tu tiempo afilado
Sigue su rumbo, y nosotros ilusos
Pensamos que una nueva cuenta
Equivale a una vida nueva
Pero aún Enero prosigue
Sin rechistar, tan natural
Cargando un nuevo número y consigo
Los mil propósitos fallidos de San Silvestre.
Otro calendario, otro necesitamos
Que nos muestre no el fin de doce meses
Sino el fin del hombre viejo
Y el nacimiento del hombre nuevo
Y solo en Cristo Jesús es donde
Podemos encontrar semejante calendario
A fin de cuentas, Gregorio, no erraste
Al poner a Cristo en la mitad de tu cuenta.
Pero el tiempo avanza
El dos-mil-nueve ya amanece
Según el medieval calendario
El que te hizo famoso, Gregorio.
1 comment:
hola mi correo es gregagreda@hotmail.com
me gustaria saber si tienes informacion de melkisedek su funcion y la del diezmo
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