Saturday, April 25, 2009

Brillando en la Oscuridad: Reflexiones sobre "Siempre Es De Noche" (Alejandro Sanz)

Ibamos viajando hacia Chiapas en México, en una excursión de la Escuela, cuando escuché por primera vez ésta canción. Las palabras de la canción siempre me llamaron la atención, y fue después de varios días de reflexión e indirecto análisis que pude entender de que hablaba la canción. Fue en ese momento que llegó a posicionarse en una de mis canciones favoritas en la lengua castellana, y sigue ahí aún después de casi siete años de semejante 'descubrimiento'.

Cuéntame como va cayendo el sol
Y mientras hablas pensaré
"¡Que guapa estás! ¡Qué suerte ser!"
La mitad del cuento de un atardecer
Que observo al escucharte
Porque mis ojos son tu voz
De entrada, se nos es presentado el protagonista de la historia desde la primera persona singular - es decir, un narrador protagonista. Por lo que dice, parece obvio que le habla a una mujer, la cual le cuenta el atardecer. La enigmática frase "mis ojos son tu voz" ya nos hace pensar que el protagonista no puede ver, y por tanto necesita que la chica en cuestión sea su guía y la fuente de su apreciación por un atardecer que no puede ver.

A pesar que no puede ver, el protagonista tiene una sospecha que la mujer que le acompaña es muy bella. ¡Que suerte para él, pero que ironía que solo pueda imaginárse esa belleza!.

Acércate, que cuando estemos piel con piel
Mis manos te dibujarán
Tu aroma me dirá tu edad
Junto a tí, unidos sin saber porqué
Seguramente se me note el resplandor de una ilusión
¡Porque a tu lado puedo olvidar!
De nuevo se siente la leve decepción del protagonista ante su dilema - nada más puede apreciar la belleza de la mujer que le acompaña por medio de las claves que puede discernir con el resto de sus sentidos: oído, tacto, aroma y gusto.

Es claro que el protagonista siente algo por la chica frente a él: reconoce que su presencia le brinda una ilusión. Por un breve momento es capaz de olvidar su ceguera, porque puede imaginarse no solo la belleza del atardecer, sino la misma belleza de la chica que yace junto a él. A pesar de no poder ver esa belleza, la puede sentir de otras formas, y eso le ayuda a olvidar y a poder vivir, al menos, una ilusión.

[Porque a tu lado puedo olvidar...]
Que para mi siempre es de noche
Pero esta noche es como un atardecer
Si logras que a la vida me asome,
Tus ojos sean los que brillen, y la luna que la borren
Que en mi eterna oscuridad
El cielo tiene nombre, ¡tu nombre!
¿¡Que no daría yo por contemplarte
Aunque fuera un solo instante!?
De nuevo se comprueba el hecho que para el protagonista siempre es de noche, padeciendo, posiblemente, de ceguera. En medio de su ceguera, empero, es la bella chica la razón por la cual el protagonista puede asomarse a la vida, y probar, aunque sea por un breve momento, la belleza de la vida y del amor. El clamor se enciende - ¡con qué dolor debe de reconocer que quisiera poder admirar a la persona que está con él, aun si tan solo fuera por un instante nada más!

Hace frío, es tarde y tienes que volver
Que hay alguien que te espera, seguro
Una vez más el tiempo se nos fue
¿Volverás? Dime si mañana volverás
Como lo has hecho cada tarde
Para contarme como muere el día

Y se marchó, ella se alejó de él...

En una rara y dolorosa mezcla de realismo, lástima por si mismo y de aunadas esperanzas, el protagonista reconoce que tanta belleza debe de tener alguien más en su vida. El piensa que semejante persona no tendría ojos solo para un simple ciego que se sienta en el parque viendo al mar, en su eterna oscuridad y soledad. Por la manera como lo dice, sabemos que ésta chica regresa cada tarde para contarle el atardecer, y que ya lo ha hecho con regularidad. Ella se va de la escena, y el protagonista queda en soledad, con la única esperanza que ella regresará el día siguiente para hacerle olvidar de la tristeza de su oscura soledad.

Es bastante interesante que el protagonista hable de "ver el atardecer", la transición de la tarde hacia la noche. Por excelencia, el atardecer es uno de los espectáculos naturales más bellos del día-a-día. A pesar de eso, lo que sigue después del atardecer es la noche, que para el protagonista es la vida misma. La chica viene cada tarde a recordarle la belleza de la vida, pero termina yéndose cada noche, sumando al pobre protagonista en la misma oscuridad nocturna de la cual no puede salir, solo quizá por un breve momento al escuchar a su amada contarle el atardecer.

Y se marchó, ella se alejó de él
Pero como en las cartas
Dos puntos, post-data
Se me olvidaba, ¡no me presenté!
Solo fui testigo por casualidad
Hasta que de pronto él me preguntó
"Era bella, ¿no es verdad?"
"Más que la luna" dije yo, y él sonrió
De repente, y de manera imprevista, hay un cambio en el narrador. Aparece una tercera persona, un narrador testigo omnisciente, que presenta sus disculpas por no haberse presentado antes. Me imagino que la disculpa va para el público, ya que sale de la nada, de lo improviso, y semejante disculpa es solo posible si semejante narrador tenía la oportunidad de haberse presentado antes, pero no lo hizo. Eso me hace sospechar que es un narrador omnisciente, y pareciera que él fuera el único narrador real, ya que nos presenta la historia del ciego.

Pero dejando atrás los tecnicismos, el ciego confirma sus sospechas de parte del narrador testigo: si, la chica es hermosa, más hermosa que la luna solitaria de la noche en la cual vive encerrado por siempre, aquella luna maldita que no le permite amanecer y apreciar el resplando solar y la belleza de su amada.

Nunca más se hará reproches
por intentar amanecer
No volverá a perderse en la noche
Porque su alma hoy brilla con más fuerza
que ¡un millón de soles!
Pero en su eterna oscuridad
A veces se le oye, a voces:
"¿¡Que no daría yo por contemplarte
Aunque fuera un solo instante!?"

El pesimismo del ciego finaliza por cambiar - no hay nada de malo en intentar "amanecer", salir de su propia oscuridad y abrazar el caluroso resplandor de la mañana. Esto viene en contraste con el atardecer, ya que después del amanecer es el día. El protagonista ya no quiere solo atardecer para permanecer en oscuridad, sino que desea amanecer, salir de su propia oscuridad y disfrutar la luz de la vida.

Aun en medio de su propia ceguera, el alma del ciego, llena de esperanza y de amor por la chica, es capaz de brillar con renovada resplandescencia que le hace su existencia un poco más placentera y menos dolorosa. Pero aún pareciera, a veces, que esa luz interna no es suficiente... El clamor se enciende - ¡cómo quisiera poder admirar a la chica que le ama, aun si tan solo fuera por un instante nada más!

Tuesday, April 21, 2009

Crux Australis et Ursa Maior



Esta noche, al finalizar el estudio bíblico, caminé hasta mi casa. Normalmente Michael me da 'jalón' hasta mi casa, pero esta noche decidí caminar. La noche yacía despejada, invitandome a caminar en las apacibles calles del suburbio de Kelso.

Al llegar hasta mi calle, me percaté que en lo alto del cielo, exactamente por sobre la calle, yacía la constelación de Orión. Iba caminando de oriente a poniente, y por tanto Orión se levantaba sobre el horizonte del Oeste. Un poco más arriba, podía ver ya el rastro láctico de nuestra galaxia, aquella 'mancha' blanca que corría como un arco, desde el oeste hacia el sur, casi en diagonal hacia abajo. Exactamente al sur, donde el arco blanquecino empezaba a morir, pude notar la hermosa Cruz del Sur.

Tambien llamada Crux o Crux Australis, la Cruz del Sur ha sido mi acompañante en casi cada noche en Australia. Desde el Hemisferio Sur es visible casi todo el año, y siempre la ando buscando cuando salgo por las noches, para guiarme geograficamente en la tierra, y para guiarme al querer encontrar otras constelaciones.

Si la Cruz del Sur ha sido mi guardiana en las regiones australes del planeta, la Osa Mayor ha sido mi compañera en las regiones septentrionales de la misma. La tan famosa Ursa Maior es visible desde El Salvador y especialmente, desde Alemania, cuando visité dichas tierras entre el 2002 y 2003. La habitación que se me fue asignada en la hermosa casa de la campiña alemana de Renania del Norte-Westfalia, a las faldas del Bosque de Teutoburgo, tenía una ventana que miraba hacia el norte. Una noche de otoño de 2002, con las luces apagadas y con el frío calándome los huesos, me di cuenta que la Osa Mayor era visible en todo su esplendor desde mi ventana, por sobre los árboles caducifolios a un costado de la Exterheider Damm, la callecita de enfrente.

Aunque apreciaré por siempre la compañia de la "Southern Cross" en el hemisferio sur, extraño a la Osa Mayor y a Polaris, la estrella del Norte. Pero a pesar de todo, la constelación de Orión es mi fiel acompañante en ambos hemisferios, desde Bremen en Alemania hasta Canberra en Australia.

Monday, April 20, 2009

Debut... Y Despedida


Los altavoces resuenan en todo el recinto, causando un sobresalto a Verónica, quien yacía cavilando en los oscuros terrenos del subconsciente. Rápidamente termina su bebida, todavía pensativa, mientras agarra su bolso y se dirige a la puerta del auditorio. 

“¿La tercera llamada ya? ¡Pero es que ni siquiera escuché las dos primeras!” se preguntaba Verónica, mientras aún se recuperaba del sobresalto. Los demás espectadores regresan a sus asientos, esperando con ansía la reanudación de la obra favorita. Verónica titubea un poco. ¿Sería mejor irse de ahí? ¿Salir huyendo? ¿Pero de que serviría de todas formas? Había esperado tanto tiempo para ver esta obra… pero… ¡es que no es posible! De igual manera, él ya la había visto. , de eso ella estaba segura.. él tuvo que haberla reconocido. Y es que al cruzar miradas, ella pudo alcanzar a reconocer aquella gélida mirada, mientras él de seguro encontró sus ojos llenos de incredulidad, de angustia, de temor y de ansiedad. 

En estas ausentes cavilaciones estaba cuando sin darse cuenta ya esta sentada en el palco… ¿y es que acaso ella, subconscientemente, desea seguir viéndolo? ¡Pero es absurdo! ¡Eso significaría alargar el dramatismo, la hiriente realidad! Forcejeó un poco con ella misma, pero terminó quedándose sentada donde estaba, como un alma sin vida hechizada por las danzas fatuas de la muerte.

El telón se abrió, y el espectáculo se reanudó. Verónica no podía contener su incredulidad e indignación: ¿cómo es posible que el público estalle a carcajadas, cuando están siendo testigos de una tan triste tragedia? ¿Es que acaso no se encuentran en el majestuoso teatro de la ciudad, sino que más bien en una arena romana, siendo testigos de una matanza de prisioneros, mientras aplauden complacidos? ¿Qué clase de burdo humor negro es el que ha llenado este teatro?

Entre las risas del público, Verónica saca su pañuelo y solloza. ¡Que triste historia! ¡Que injusta es la vida! ¡Y todo por un minúsculo error! Pero aquella mirada… esa gélida mirada lo decía todo… no había necesidad de ocupar los pocos recursos del escenario ni el diálogo, ni siquiera las expresiones corporales… la mirada lo decía todo. 

La creciente ovación del público confundía y enfurecía a Verónica… ¿y es que acaso no entienden la historia que se está desenvolviendo ante sus ojos? ¿Cómo es posible que no lo puedan ver, si está tan claro como el agua? Parece que no es así: ya varias personas en las primeras filas del teatro se retuercen a carcajadas, cayéndose hasta al suelo sin aliento, mientras las risas opacan por intervalos el dialogo de la obra. 

Verónica no puede soportarlo más: ahora no solo solloza, sino estalla en llanto, sintiendo como esa constante mirada desde el escenario la acuchilla, la hiere… ¡pero no se puede mover de ahí! Hay algo que la hace quedarse, quizá su misma naturaleza dramática, o algún tipo de masoquismo romántico… o peor aún, quizá es porque sabe que merece esa mirada y aún mucho más. Sabe que ese es el precio que tiene que pagar, y el huir ya no es una opción.

Hechizada por esa maldita mirada, todo alrededor parece tan irreal: la gente casi en éxtasis humorística parece como burlándose de la tragedia presente, mientras Verónica ahora llora amargamente, arrepentida de todo lo que ocurrió… pero ella y él saben que ya es demasiado tarde: la hora de pagar cuentas ha llegado. 

Todo el auditorio se levanta al unísono mientras el telón se cierra, lanzando tan tremenda ovación de palmas y gritos que solo pocos se percatan del grito de angustia que rasga la velada, mientras una bella dama en el palco cae al piso, inconsciente. Aun menos personas se percatan del médico que se precipita al palco, y que con la ayuda del personal del auditorio logran sacarla rumbo al hospital por lo que parece ser un paro cardíaco. 

Fue demasiado tarde.

Fue debut y despedida...

Klassische Musik

Algo que amo de la música es su capacidad de transmitirnos ideas y puntos de vista. Siempre he pensado que la música puede ser considerada una verdadera máquina del tiempo - al cerrar los ojos y agudizar el oído uno puede transportarse a través del tiempo y del espacio, por un momento ignorando las leyes de la Física y obedeciendo las leyes de la Memoria y la Imaginación. 

Para mí, la música 'clásica' representa un viaje hacia la Europa de los siglos XVII, XVIII y XIX. Al escuchar las piezas de Beethoven, Chopin, Mozart, Tschaikovsky, Vivaldi y Schubert me encuentro, de repente, en Viena, Berlin, Bonn, Roma, Florencia, San Petersburgo o Moscú, en palacios de realezas extintas y en campos de batallas olvidados. Es facilmente sumerjirse en mundos olvidados, en la Historia de la Edad Moderna y Pre-Contemporánea, en el "Viejo Mundo" y su belleza natural e histórica. 

Desde el Barroco hasta el Romanticismo, las excelsas obras de los compositores de antaño nos muestran, con aunada viveza, el mundo en el cual ellos vivían. 

Aprecio la música clásica porque me transporta a épocas que nunca viví, pero que me hubiese gustado experimentar. A veces hasta me da nostalgia - nostalgia de una era que me perdí al llegar dos o tres siglos más tarde, en la banalidad estúpida del Siglo XXI, donde lo superficial y plástico sustituye lo complejo y lo clásico. 

Scientiæ Baccalaureus

El callejón era largo. Demasiado largo para mi gusto. El portón oxidado indicaba la entrada al precinto. Mi madre me tomaba de la mano, dándome seguridad y confianza mientras avanzábamos por aquel callejón. Ya desde lo lejos se escuchaban los lamentos y lloriqueos de los párvulos, los cuales, igual que yo, estaban a punto de comenzar su carrera académica en aquel lugar llamado Kindergarten, con aquellos aires de importancia extranjera. 

Mi memoria, obviamente, no logra recordar ni siquiera qué año era, pero según mis cálculos corría el año 1991. El Antiguo Cuscatlán de entonces era el lugar donde aquella carrera académica estaba por comenzar. Lo único que recuerdo de mi rápido recorrido por aquel Kindergarten en Antiguo Cuscatlán era la manera imperante como lloraba desconsolado, pensando quizá que mis padres nunca jamás me llegarían a recojer, por siempre encerrado en dicho recinto pre-escolar. 

La Escuela Panamericana, en la Escalón nor-occidental, fue mi segundo centro de enseñanza. Empezando desde Kinder-5, fue en dicha Escuela donde aprendería muchas de las cosas que aún me siguen hasta el día de hoy. Mi personalidad empezó a forjarse, lentamente, dentro de sus aulas mal-pintadas y sus canchas de cemento. Fue ahí donde se me endoctrinó a amar a los EEUU cada mañana al recibir la mitad de nuestras materias en inglés - y no exagero. Para 4 Grado de Educación Básica debíamos de aprender los 50 Estados de los EEUU y sus respectivas capitales, al igual que celebrar Halloween y Thanksgiving Day

Fue para 1996 donde un cambio brusco sucedería, al abandonar la Escuela Panamericana al finalizar mi 4 Grado, y empezar mi 5 Grado en la Escuela Alemana. Es en la Deutsche Schule donde me quedaría los siguientes ocho años hasta alcanzar mi titulo de Bachiller General. Sin dudas, el cambio de Escuelas trajo consigo cambios que terminarían por impactar mi desarrollo como persona y como estudiante. Entre otras cosas, pasé de amar a los EEUU a amar a Alemania, ya que si en la Panamericana la mitad de las materias eran en inglés, en la Alemana la mitad eran en alemán. Al final, terminé conociendo más de la historia, geografía y cultura alemana que de la de EEUU. Por otro lado, mi conocimiento académico crecía de la mano con mi personalidad y la madurez tarde o temprano empezó a florecer al alcanzar Bachillerato, y al finalizarlo a mediados del 2004. A la Escuela Alemana le debo mucho de lo que he aprendido y mi fascinación por el aprendizaje y la academia. 

Por gracia de Dios, el 2006 me trajó hacia el otro lado del Pacífico, hasta la capital de los Trópicos Australianos: Townsville. Y fue aquí, en Townsville, donde entraría a mi cuarto centro de enseñanza, aquella Alma Mater - nada menos que la Universidad. En James Cook University empezaría una loca carrera enfocada en Farmacología, la ciencia que estudia las drogas y su impacto en los seres vivos. A mis escasos 20 años emprendí un viaje lejos de mi hogar, mis amigos, mi cultura y mi tierra para alcanzar una educación superior en Australia. 

Si la Escuela Alemana me enseñó a apreciar y amar a Alemania casi como un segundo hogar, James Cook University (y Townsville) me enseñaron a considerar Australia mi segundo hogar. Después de tres años viviendo en la tierra del canguro y el koala, es imposible impedir que mi corazón se enraize en ésta mi segunda tierra. Dicen que los años de la Universidad son los mejores años - y siento que eso ha sido para mi, hasta el momento, la realidad. 

Aprecio mucho la forma como la vida universitaria me ha permitido madurar como persona, como cristiano y como estudiante. Fueron en tres años de aprendizaje intensivo y profundo donde aprendería muchas cosas, no solo como Farmacólogo, sino como persona - y hasta como salvadoreño, apreciando de nueva cuenta la belleza de El Salvador a través de los ojos de la nostalgia.

A media tarde del 28 de Marzo del 2009, a casi 18 años de aquella mañana en Antiguo Cuscatlán, me graduaba de un Scientiæ Baccalaureus (BSc) en Farmacología. 

Gracias a Dios, a mis padres, a mis amigos, a mis profesores y a mis neuronas por haber permitido llegar hasta acá!