Monday, April 20, 2009

Scientiæ Baccalaureus

El callejón era largo. Demasiado largo para mi gusto. El portón oxidado indicaba la entrada al precinto. Mi madre me tomaba de la mano, dándome seguridad y confianza mientras avanzábamos por aquel callejón. Ya desde lo lejos se escuchaban los lamentos y lloriqueos de los párvulos, los cuales, igual que yo, estaban a punto de comenzar su carrera académica en aquel lugar llamado Kindergarten, con aquellos aires de importancia extranjera. 

Mi memoria, obviamente, no logra recordar ni siquiera qué año era, pero según mis cálculos corría el año 1991. El Antiguo Cuscatlán de entonces era el lugar donde aquella carrera académica estaba por comenzar. Lo único que recuerdo de mi rápido recorrido por aquel Kindergarten en Antiguo Cuscatlán era la manera imperante como lloraba desconsolado, pensando quizá que mis padres nunca jamás me llegarían a recojer, por siempre encerrado en dicho recinto pre-escolar. 

La Escuela Panamericana, en la Escalón nor-occidental, fue mi segundo centro de enseñanza. Empezando desde Kinder-5, fue en dicha Escuela donde aprendería muchas de las cosas que aún me siguen hasta el día de hoy. Mi personalidad empezó a forjarse, lentamente, dentro de sus aulas mal-pintadas y sus canchas de cemento. Fue ahí donde se me endoctrinó a amar a los EEUU cada mañana al recibir la mitad de nuestras materias en inglés - y no exagero. Para 4 Grado de Educación Básica debíamos de aprender los 50 Estados de los EEUU y sus respectivas capitales, al igual que celebrar Halloween y Thanksgiving Day

Fue para 1996 donde un cambio brusco sucedería, al abandonar la Escuela Panamericana al finalizar mi 4 Grado, y empezar mi 5 Grado en la Escuela Alemana. Es en la Deutsche Schule donde me quedaría los siguientes ocho años hasta alcanzar mi titulo de Bachiller General. Sin dudas, el cambio de Escuelas trajo consigo cambios que terminarían por impactar mi desarrollo como persona y como estudiante. Entre otras cosas, pasé de amar a los EEUU a amar a Alemania, ya que si en la Panamericana la mitad de las materias eran en inglés, en la Alemana la mitad eran en alemán. Al final, terminé conociendo más de la historia, geografía y cultura alemana que de la de EEUU. Por otro lado, mi conocimiento académico crecía de la mano con mi personalidad y la madurez tarde o temprano empezó a florecer al alcanzar Bachillerato, y al finalizarlo a mediados del 2004. A la Escuela Alemana le debo mucho de lo que he aprendido y mi fascinación por el aprendizaje y la academia. 

Por gracia de Dios, el 2006 me trajó hacia el otro lado del Pacífico, hasta la capital de los Trópicos Australianos: Townsville. Y fue aquí, en Townsville, donde entraría a mi cuarto centro de enseñanza, aquella Alma Mater - nada menos que la Universidad. En James Cook University empezaría una loca carrera enfocada en Farmacología, la ciencia que estudia las drogas y su impacto en los seres vivos. A mis escasos 20 años emprendí un viaje lejos de mi hogar, mis amigos, mi cultura y mi tierra para alcanzar una educación superior en Australia. 

Si la Escuela Alemana me enseñó a apreciar y amar a Alemania casi como un segundo hogar, James Cook University (y Townsville) me enseñaron a considerar Australia mi segundo hogar. Después de tres años viviendo en la tierra del canguro y el koala, es imposible impedir que mi corazón se enraize en ésta mi segunda tierra. Dicen que los años de la Universidad son los mejores años - y siento que eso ha sido para mi, hasta el momento, la realidad. 

Aprecio mucho la forma como la vida universitaria me ha permitido madurar como persona, como cristiano y como estudiante. Fueron en tres años de aprendizaje intensivo y profundo donde aprendería muchas cosas, no solo como Farmacólogo, sino como persona - y hasta como salvadoreño, apreciando de nueva cuenta la belleza de El Salvador a través de los ojos de la nostalgia.

A media tarde del 28 de Marzo del 2009, a casi 18 años de aquella mañana en Antiguo Cuscatlán, me graduaba de un Scientiæ Baccalaureus (BSc) en Farmacología. 

Gracias a Dios, a mis padres, a mis amigos, a mis profesores y a mis neuronas por haber permitido llegar hasta acá!

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