Ayer por la noche uno de mis mejores amigos me dio la desagradable noticia que pronto partirá de Townsville. Todo sucedió tan rápido, de la manera menos esperada – y es triste darse cuenta que todo ocurrió por simple desorganización, pereza y apatía. Me siento triste por él, porque no tenía porque aplazar dos veces ni meterse en un liazo económico, pero lastimosamente las cosas así sucedieron.
Es triste, porque en mis tres años en Townsville hemos sido muy buenos amigos, al punto de prometernos “padrinos” de boda cuando esas fechas nos lleguen a ambos por separado. El regresa a Brisbane, su ciudad natal, a unos mil trescientos kilómetros de ésta ciudad. De aquí en adelante serán contadas las veces que lo vuelva a ver.
Es triste decir adios, especialmente cuando se trata de amigos cercanos. Es más triste decir adios cuando uno sabe que quizá no les volverá a ver en mucho tiempo, y en el peor de los escenarios, quizá nunca más.
Sometimes goodbye, though it hurts in your heart, is the only way for destiny...
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