Sunday, January 13, 2008

Demencia

En una sombría noche en la víspera del acostumbrado “Dies Passionis Domini” del calendario gregoriano la oscuridad se cierne sobre el terreno un poco accidentado. Murmullos se escuchan a lo lejos, a lo mejor alguien ya bajo la influencia de Baco, precipitándose de a poco hacia los brazos de Morfeo. La agitada brisa de aquella noche barre el sendero lleno de hojas, mientras extrañas aves revolotean en las copas de los árboles, chillando al resplandor de la luna. El caminante, a paso lento pero decidido, avanza por el sendero, moviéndose sigilosamente por entre los arbustos y abriéndose paso un poco más, mientras añora de repente llegar a su destino. Y no es que esté tan lejos, la verdad está más cerca de lo que él cree, pero el cansancio que le apesadumbra el pensamiento es excesivo, casi irreal. Los días vuelan pero los afanes diarios parecen no alzar vuelo; de hecho, parecen acumularse como piedras pesadas sobre la curtida y cansada espalda del caminante. De repente, el cielo enmudece, la brisa con sus fríos torrentes se congelan, las aves callan… parece que hasta la delicada Cruz del Sur desde el cielo aparece expectante, junto a los demás elementos, esperando las palabras habladas. El caminante, sin saberlo, es ahora, el centro de atención de todo el universo, como si el fin último de todo lo creado fuera estar presente en aquel sendero para poder ser testigo de semejante acontecimiento que estaba por ocurrir. El silencio es entonces roto y todo queda en suspenso mientras el caminante balbucea el mensaje que todos esperaban: “Historia de cronopios y cuerdas…este lectorrices éste celular va a cumplir un año… ¡un año de vida!” El Universo no puede contener la profunda sabiduría de aquellas palabras pronunciadas con un leve acento italiano, y la verdad el mismo caminante, al darse cuenta, se asombra que su boca haya sido nicho de semejante mensaje… Un par de segundos más tarde, el Universo ha entendido el mensaje, y todo regresa a la normalidad, mientras el caminante suspira: su destino ya aparece en el horizonte. Apretando un poco el paso baja por el sendero, mientras la oscuridad y la paz nocturna vuelven a cernirse sobre el accidentado terreno.

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