En estos pasados domingos hemos ido estudiando el libro de Exodo en mi iglesia. He de confesar que ha sido para mi una experiencia bastante reveladora, encontrarme de nuevo con un Dios que cumple lo que promete.
El Domingo pasado me levanté enojado. Tenía mucho que hacer - había demasiado estrés en mi bandeja. Desde hace días había venido teniendo malos días, aquellos en los cuales todo sale mal - absolutamente todo. El Domingo me di cuenta que posiblemente no iba a tener fondos para sostenerme este Marzo, por un error conjunto de mi 'Sponsor' y mio propio. Estaba bravo, decepcionado, cansado - no me gusta cuando las cosas salen de mi propio control.
Pero el mensaje del Domingo fue vital para mi - me reveló de nuevo que las historias de Israel en su salvación al salir de Egipto son tan relevantes para nosotros aún ahora! Dios les había prometido muchas cosas a Abraham, Isaac y Jacob, y aunque las circunstancias de esclavitud en Egipto parecían opacar dichas promesas, Dios mismo rescata al pueblo de Israel de la manera más inaudita e increíble. Después de la primera Pascua, Israel logra cruzar el Mar Rojo y ser liberado de la opresión egipcia, en el aquel canto tan victorioso que el Exodo recolecta en su capítulo 15.
Lo interesante (y triste) es que para el capítulo 16, los israelitas ya se habían olvidado de las cosas que Dios había hecho. Perdieron su fe y su confianza, y empezaron a lloriquear y refunfuñar, desconfiando del Dios que les ha prometido su entrada a la Tierra de la Promesa. Pero Dios, en su eterna fidelidad, es capaz de alimentarles en medio del desierto, probando de nuevo su mano bondadosa sobre su Pueblo.
Es muchísimo más interesante que Jesús mismo nos habla de éste episodio en Lucas, desde donde se nos es notorio que el mismo fue al desierto por cuarenta días, y Satanás le tentó a usar su poder para beneficio propio. Jesús le contestó con lo que Moisés les cuenta a las nuevas generaciones en el libro de Deuteronomio: no solo de pan vivirá el hombre, sino de toda Palabra que proviene de Dios.
Esto no quiere decir que Dios permitirá que nos muramos de inanición - por el contrario, junto a Dios tenemos la confianza que El provée a aquellos que creen en El - y no hay cabida para la ansiedad ni la desesperación. Dios elimina todo eso de nosotros, para que no vivamos solo por pan o tortilla, sino para que vivamos sirviendo a nuestro Dios, sabiendo que Dios provee lo que necesitamos.
Esta semana me tocó aprenderlo a pura experiencia - pero Dios me mostró el dia de hoy la manera como me sostiene, y la manera como debo de confiar en él, en Aquel que es Fiel en cumplir sus promesas, aún mi salvación y redención final de éste cuerpo de muerte.
Para la Gloria de Dios!
El Domingo pasado me levanté enojado. Tenía mucho que hacer - había demasiado estrés en mi bandeja. Desde hace días había venido teniendo malos días, aquellos en los cuales todo sale mal - absolutamente todo. El Domingo me di cuenta que posiblemente no iba a tener fondos para sostenerme este Marzo, por un error conjunto de mi 'Sponsor' y mio propio. Estaba bravo, decepcionado, cansado - no me gusta cuando las cosas salen de mi propio control.
Pero el mensaje del Domingo fue vital para mi - me reveló de nuevo que las historias de Israel en su salvación al salir de Egipto son tan relevantes para nosotros aún ahora! Dios les había prometido muchas cosas a Abraham, Isaac y Jacob, y aunque las circunstancias de esclavitud en Egipto parecían opacar dichas promesas, Dios mismo rescata al pueblo de Israel de la manera más inaudita e increíble. Después de la primera Pascua, Israel logra cruzar el Mar Rojo y ser liberado de la opresión egipcia, en el aquel canto tan victorioso que el Exodo recolecta en su capítulo 15.
Lo interesante (y triste) es que para el capítulo 16, los israelitas ya se habían olvidado de las cosas que Dios había hecho. Perdieron su fe y su confianza, y empezaron a lloriquear y refunfuñar, desconfiando del Dios que les ha prometido su entrada a la Tierra de la Promesa. Pero Dios, en su eterna fidelidad, es capaz de alimentarles en medio del desierto, probando de nuevo su mano bondadosa sobre su Pueblo.
Es muchísimo más interesante que Jesús mismo nos habla de éste episodio en Lucas, desde donde se nos es notorio que el mismo fue al desierto por cuarenta días, y Satanás le tentó a usar su poder para beneficio propio. Jesús le contestó con lo que Moisés les cuenta a las nuevas generaciones en el libro de Deuteronomio: no solo de pan vivirá el hombre, sino de toda Palabra que proviene de Dios.
Esto no quiere decir que Dios permitirá que nos muramos de inanición - por el contrario, junto a Dios tenemos la confianza que El provée a aquellos que creen en El - y no hay cabida para la ansiedad ni la desesperación. Dios elimina todo eso de nosotros, para que no vivamos solo por pan o tortilla, sino para que vivamos sirviendo a nuestro Dios, sabiendo que Dios provee lo que necesitamos.
Esta semana me tocó aprenderlo a pura experiencia - pero Dios me mostró el dia de hoy la manera como me sostiene, y la manera como debo de confiar en él, en Aquel que es Fiel en cumplir sus promesas, aún mi salvación y redención final de éste cuerpo de muerte.
Para la Gloria de Dios!
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