Hemos visto en los pasados tres tomos que la Libertad política y económica, aunque alcanzada por sangre y sudor, no es la Libertad final o integral.
Como lo explicaba en “Una Libertad Esclava”, la Libertad humana ha sido malentendida. Pensamos que somos ‘libres’, pero en realidad vivimos esclavos. Pero aún la búsqueda de Libertad e Independencia no es nueva, y es aún más vieja que la historia del Éxodo que detallé en el tomo anterior. Aún en el jardín del Edén vemos el primer ejemplo de una Libertad que terminó en esclavitud – Adán y Eva pensaron que podían vivir “liberados” de la Palabra de Dios, pero grande fue su desilusión cuando la maldición de Dios cayó sobre ellos. Viviendo independientes de Dios no pudieron alcanzar aquello que desearon, porque cayeron en la mentira y en la trampa engañosa.
Creyeron ser libres - pero Dios siempre tuvo el control.
Aún en el Siglo XXI, buscamos esa tan deseada Libertad “Prohibida”. Los adolescentes desean libres de sus padres, los empleados desean ser libres de sus jefes y sus obligaciones laborales, los pueblos desean ser libres de los “malévolos Gobiernos” y convertir todo en anarquía social, la gente quiere ser libre de la culpa que la religión trae consigo.
En definitiva, y por sobre lengua, nación, raza o edad, todos también anhelamos ser independientes de Dios. Queremos ser “Libres”, tener las agallas de decir “Dios, no me interesas – yo soy libre”. Repetimos el mismo error de Adán – y de hecho, hemos sido hechos esclavos a eso.
Buscando libertad, encontramos esclavitud. Queriendo ser libres de Dios, nos encontramos con estilos de vida que nos encadenan en sus redes. Vivimos encadenados en nuestro egocentrismo, en nuestro hedonismo de placeres instantáneos, en aquellos deseos prohibidos que crecen como espuma y que nos atormentan la mente al darles rienda suelta.
A pesar que tenemos leyes y estatutos, éstos solo nos sirven para hacernos ver lo que deberíamos hacer y dejar de hacer, pero que no hacemos. La ley y el estatuto son incapaces de darlos la capacidad de obrar de acuerdo a dicha ley y estatuto, y por tanto vivimos esclavos, de la misma manera como los parisinos vivían esclavos a la Casa de Borbón.
¿Que haremos, pues, en vista de semejante esclavitud?
¿Pueden las Libertades Socio-Políticas permear en la inherente maldad en nuestras vidas?
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