Monday, April 20, 2009

Debut... Y Despedida


Los altavoces resuenan en todo el recinto, causando un sobresalto a Verónica, quien yacía cavilando en los oscuros terrenos del subconsciente. Rápidamente termina su bebida, todavía pensativa, mientras agarra su bolso y se dirige a la puerta del auditorio. 

“¿La tercera llamada ya? ¡Pero es que ni siquiera escuché las dos primeras!” se preguntaba Verónica, mientras aún se recuperaba del sobresalto. Los demás espectadores regresan a sus asientos, esperando con ansía la reanudación de la obra favorita. Verónica titubea un poco. ¿Sería mejor irse de ahí? ¿Salir huyendo? ¿Pero de que serviría de todas formas? Había esperado tanto tiempo para ver esta obra… pero… ¡es que no es posible! De igual manera, él ya la había visto. , de eso ella estaba segura.. él tuvo que haberla reconocido. Y es que al cruzar miradas, ella pudo alcanzar a reconocer aquella gélida mirada, mientras él de seguro encontró sus ojos llenos de incredulidad, de angustia, de temor y de ansiedad. 

En estas ausentes cavilaciones estaba cuando sin darse cuenta ya esta sentada en el palco… ¿y es que acaso ella, subconscientemente, desea seguir viéndolo? ¡Pero es absurdo! ¡Eso significaría alargar el dramatismo, la hiriente realidad! Forcejeó un poco con ella misma, pero terminó quedándose sentada donde estaba, como un alma sin vida hechizada por las danzas fatuas de la muerte.

El telón se abrió, y el espectáculo se reanudó. Verónica no podía contener su incredulidad e indignación: ¿cómo es posible que el público estalle a carcajadas, cuando están siendo testigos de una tan triste tragedia? ¿Es que acaso no se encuentran en el majestuoso teatro de la ciudad, sino que más bien en una arena romana, siendo testigos de una matanza de prisioneros, mientras aplauden complacidos? ¿Qué clase de burdo humor negro es el que ha llenado este teatro?

Entre las risas del público, Verónica saca su pañuelo y solloza. ¡Que triste historia! ¡Que injusta es la vida! ¡Y todo por un minúsculo error! Pero aquella mirada… esa gélida mirada lo decía todo… no había necesidad de ocupar los pocos recursos del escenario ni el diálogo, ni siquiera las expresiones corporales… la mirada lo decía todo. 

La creciente ovación del público confundía y enfurecía a Verónica… ¿y es que acaso no entienden la historia que se está desenvolviendo ante sus ojos? ¿Cómo es posible que no lo puedan ver, si está tan claro como el agua? Parece que no es así: ya varias personas en las primeras filas del teatro se retuercen a carcajadas, cayéndose hasta al suelo sin aliento, mientras las risas opacan por intervalos el dialogo de la obra. 

Verónica no puede soportarlo más: ahora no solo solloza, sino estalla en llanto, sintiendo como esa constante mirada desde el escenario la acuchilla, la hiere… ¡pero no se puede mover de ahí! Hay algo que la hace quedarse, quizá su misma naturaleza dramática, o algún tipo de masoquismo romántico… o peor aún, quizá es porque sabe que merece esa mirada y aún mucho más. Sabe que ese es el precio que tiene que pagar, y el huir ya no es una opción.

Hechizada por esa maldita mirada, todo alrededor parece tan irreal: la gente casi en éxtasis humorística parece como burlándose de la tragedia presente, mientras Verónica ahora llora amargamente, arrepentida de todo lo que ocurrió… pero ella y él saben que ya es demasiado tarde: la hora de pagar cuentas ha llegado. 

Todo el auditorio se levanta al unísono mientras el telón se cierra, lanzando tan tremenda ovación de palmas y gritos que solo pocos se percatan del grito de angustia que rasga la velada, mientras una bella dama en el palco cae al piso, inconsciente. Aun menos personas se percatan del médico que se precipita al palco, y que con la ayuda del personal del auditorio logran sacarla rumbo al hospital por lo que parece ser un paro cardíaco. 

Fue demasiado tarde.

Fue debut y despedida...

No comments: