Esta noche pensé en mis padres.
Sin quererlo, mientras montaba mi bicicleta al lado del Ross River en el atardecer de una hermosa pero fría tarde de invierno, volteé a ver al imponente Mt Stuart en la distancia. Ya para entonces la luna llena ascendía por el suroeste, a un costado de dicha montaña, inmensa en todo su esplendor, mientras el mismo Ross River brillaba por el reflejo de su hermosura.
No lo se, pero me hizo recordar a mis padres. Quizá por su inexplicable belleza, por el calor de su tranquilidad, o simplemente porque este día andaba nostálgico.
¡Cómo han pasado los años! ¡Las vueltas que dio la vida!
Una suave ola de nostalgia recorría entonces mis centros cerebrales, mientras continuaba mi recorrido sinusoidal, y hasta los pájaros en los árboles fueron testigos de aquel suspiro.
Esta noche pensé en mis padres...
Esta noche recordé el amor de mis padres, su abnegado cariño, su ilimitada entrega... Esta noche recordé sus consejos, sus regaños y hasta sus faltas... Esta noche habité en sus sonrisas, en sus "yo te lo dije...", en sus motivaciones, en sus sempiternas peleas, en su mirada puesta en el futuro, expectantes de un nuevo mañana.
Nos separa la inmensidad azul del Pacífico y la muralla preciosa de coral, pero aun así los llevo siempre en mi corazón, en mis pensamientos, en mi personalidad, en mis éxitos, en mis sonrisas y en mis tristezas.
Esta noche pensé en mis padres...
Esta noche pensé en mis padres, y estoy eternamente agradecido con ellos, por cada grito, cada regaño, cada cinchazo, cada chancletada, cada plato con frijoles que compartimos juntos en aquella casa del Antiguo de mis amores.
Una suave nostalgia que no se como explicar. Aunque disfruto mucho del gran país austral, el amor de un padre y una madre nunca se olvida, sino que le sigue a uno por donde vaya.
Sin quererlo, mientras montaba mi bicicleta al lado del Ross River en el atardecer de una hermosa pero fría tarde de invierno, volteé a ver al imponente Mt Stuart en la distancia. Ya para entonces la luna llena ascendía por el suroeste, a un costado de dicha montaña, inmensa en todo su esplendor, mientras el mismo Ross River brillaba por el reflejo de su hermosura.
No lo se, pero me hizo recordar a mis padres. Quizá por su inexplicable belleza, por el calor de su tranquilidad, o simplemente porque este día andaba nostálgico.
¡Cómo han pasado los años! ¡Las vueltas que dio la vida!
Una suave ola de nostalgia recorría entonces mis centros cerebrales, mientras continuaba mi recorrido sinusoidal, y hasta los pájaros en los árboles fueron testigos de aquel suspiro.
Esta noche pensé en mis padres...
Esta noche recordé el amor de mis padres, su abnegado cariño, su ilimitada entrega... Esta noche recordé sus consejos, sus regaños y hasta sus faltas... Esta noche habité en sus sonrisas, en sus "yo te lo dije...", en sus motivaciones, en sus sempiternas peleas, en su mirada puesta en el futuro, expectantes de un nuevo mañana.
Nos separa la inmensidad azul del Pacífico y la muralla preciosa de coral, pero aun así los llevo siempre en mi corazón, en mis pensamientos, en mi personalidad, en mis éxitos, en mis sonrisas y en mis tristezas.
Esta noche pensé en mis padres...
Esta noche pensé en mis padres, y estoy eternamente agradecido con ellos, por cada grito, cada regaño, cada cinchazo, cada chancletada, cada plato con frijoles que compartimos juntos en aquella casa del Antiguo de mis amores.
Una suave nostalgia que no se como explicar. Aunque disfruto mucho del gran país austral, el amor de un padre y una madre nunca se olvida, sino que le sigue a uno por donde vaya.
1 comment:
Solo pase a saludarte.
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